26 de octubre de 2007

A Halloween Hystory

Puede que el mundo gire constantemente, todo cambia y se transforma. Pero nunca hubiese imaginado que todo se transfigurase como lo hizo aquel 31 de noviembre.

Era una tarde despejada y empezaba a cambiar la tonalidad del cielo que se oscurecía rápidamente, las siete y veinte según el reloj de la cocina. En la larga avenida que llevaba desde la parada del metro hasta la casa no se veía ningún ser viviente excepto un enorme gato color canela con rayas grises, que tenía el pelo alborotado y el lomo erizado como si estuviese alerta ante un peligro.

Las hojas de los árboles, demasiado verdes para ser otoño, sonaban con la leve brisa fría que se deslizaba susurrante cuesta arriba. Todo estaba en una quietud completa, una calma pesada y densa.

Subiendo desde el garaje se oyeron unas risas femeninas y el eco de voces se extendió hasta la habitación del último piso reverberando en las paredes de la escalera.

En ese momento la ventana empañada del cuarto se abrió de golpe con un sonido similar a un trueno y las risas que aún se intuían desde abajo callaron repentinamente.

-¿Qué ha sido eso?- La voz aguda de una chica volvió a rebotar escaleras arriba hasta entrar en el cuarto vacío.- ¿No dijiste que tu familia no iba a estar todo el puente?

Siguiendo la voz, al descender las escaleras, la imagen de un cuarto con una puerta de metal blanco como la de cualquier trastero. Los destellos de varias velas ya casi fundidas iluminaban tenuemente la estancia, reflejando en las caras de siete adolescentes siniestras sombras que les transmitían un aspecto oscuro y espectral.

-Sí, no hay nadie además de nosotros en la casa, habrá sido el viento- Habló el más grande de todos los que estaban en la habitación.

-¿Estas seguro?- Esta vez era un chico de aspecto oriental ataviado con ropas completamente negras y de corte lánguido.- ¿No crees que deberíamos subir por si es el Coco que viene a por nosotros?

Las risas inundaron de nuevo el ambiente, acallando el rumor del viento que silbaba al colarse entre la puerta del garaje y el suelo.

Se oyó otro fuerte golpe que provenía de arriba, pero esta vez fue más cercano, como si hubiese llegado de la segunda planta del chalet en que se encontraban.

-Voy a subir a ver si mi hermana se dejó las ventanas abiertas antes de irse.- Dijo de nuevo el más corpulento.

-Es extraño, cuando yo he venido hace un rato no hacía nada más que un poco de brisa, - esta vez el que hablaba era un joven más alto y espigado con el pelo rizado recogido en una coleta- no hacía tanto aire como para dar esos golpes.

-Bueno, iré a ver qué pasa- Dijo el grande, y abrió la puerta del garaje para subir por las escaleras internándose en la oscuridad de la casa.

El blanco reloj de pared de la cocina daba las siete y media.




By: Vuestro Xino el de los mil y un adjetivos.